miércoles, 10 de febrero de 2021

El reto del docente ante la emergencia sanitaria mundial


Por Mónica Monter

13 de marzo de 2020, un viernes como cualquier otro, aparentemente. La noticia la dio el Tecnológico de Monterrey el día anterior, y como si fuera el preludio de una película de terror, “viernes 13”, la comunidad educativa poco a poco empezaba a entrar en pánico. La incertidumbre comenzó a apoderarse de alumnos, padres y maestros. Ya no regresaríamos a las aulas, se cierran las escuelas. Empujados por una de las más importantes instituciones educativas de México, siguió la escalada de cierres de diversas instituciones. Hasta que, por fin, Esteban Moctezuma secretario de la SEP, comentó de manera oficial, que a partir del 20 de marzo las escuelas (su personal) de todos los niveles no regresarían.

La solución inmediata, continuar con los diversos programas a través de clases en línea. Y todo el sistema se puso de cabeza. Se enfrentó a una realidad que estaba inerte, oculta en pleno boom del desarrollo tecnológico. Alumnos y maestros consternados por la decisión ante el miedo del avance de la pandemia y la ignorancia en relación con la tecnología, nos confrontó a algo más profundo, lidiar con la inestabilidad emocional propia y de los estudiantes. Los docentes no estábamos preparados para enfrentar dicha situación de semejante envergadura. Las preguntas estaban en el aire ¿cómo daré mi catedra si nunca he hecho una clase en línea?, ¿cómo enfrento mis temores ante estos hechos nunca vistos?, ¿cómo ayudo a mis estudiantes a enfrentar sus miedos, su estrés?, hay escuelas que tienen asistencia social y/o apoyo psicopedagógico, pero ¿se darán a vasto?

Como se menciona en el libro Tacto Pedagógico (S.F.), la etimología de la palabra pedagogía indica que el adulto es un guía hacia la vida adulta. Entonces, no podemos eximirnos de la responsabilidad. Si bien el docente no les resolverá situaciones propias de sus casas, sí debe propiciar un ambiente de confianza y seguridad en la escuela. Por tal razón, las instituciones educativas deben capacitar a sus maestros en enfrentar situaciones de estrés colectiva; la respuesta sencilla la sabemos, canaliza al estudiante con el psicólogo de la escuela. Pero estamos hablando de una colectividad, y nosotros, los maestros, somos los que estamos directamente con los alumnos. “En el ámbito educativo, la concepción negativa del conflicto afecta todos sus ambientes. Perturba el proceso de enseñanza-aprendizaje, el desarrollo social y funcional de la escuela, etc.” (Pérez y Gutiérrez, 2016, p. 164).

En una sesión web con los directivos de una universidad de renombre en México, mencionaron que el campus Querétaro es el que más llamadas habían recibido, en menos de un mes, a su línea telefónica de ayuda psicológica a los estudiantes. Se tomó como un llamado de atención a los docentes, ya que, se cuestionó lo siguiente: ¿están dejando muchas actividades?, ¿cuánto tiempo están conectados con su grupo? Se asumió que la carga de actividades estaba rebasando la capacidad de respuesta del estudiantado. Pero ¿cómo saberlo?, al cabo todos fuimos aprendiendo conforme la marcha; sin embargo, esto ocasionó descontento de padres de familia y alumnos. Esto trajo como consecuencia la deserción, el rechazo al sistema en línea, absentismo y el no regresar el siguiente ciclo escolar a la misma institución.

Si bien existen instituciones educativas que enseñan a docentes y personal administrativo, a través de platicas y conferencias, a aprender a ser emocionalmente inteligentes, considero que no es suficiente, ya que, en la practica docente dista que esto sea una realidad.  Puesto que, en México se ha encontrado casos de maestros donde, “su trabajo no le permite desarrollar habilidades y conocimientos nuevos. La información que reciben sobre la eficacia de su desempeño no es clara y directa”. (Pando, Ocampo, Águila, Castañeda y Amezcua, 2008 en El-Sahili, 2010). Además, de “la petición de trabajos de alta tecnología en donde no hay capacitación y la distorsión de la comunicación, sobre todo en entrega de reportes, informes, etc.” (Meza, 2008 en El Sahili, 2010). Por lo tanto, si no hay una capacitación genuina de la práctica docente, es poco probable que se atienda lo socioemocional.

 

Referencias:

Diario de México. Conoce los temas de la nueva asignatura de la SEP para el ciclo 2020-2021. [Digital]. Recuperado de: https://www.diariodemexico.com/conoce-los-temas-de-la-nueva-asignatura-de-la-sep-para-el-ciclo-2020-2021

Manen, M. (2010). El momento pedagógico. El tacto en la enseñanza: el significado de la sensibilidad pedagógica [PDF] (pp. 53-75). España: Paidós Educación.

Mariscal, N. (2011). La filosofía de la ciencia en la práctica docente. [PDF]. México: Edudoc, ITESO.

Pérez-Archundia y Gutiérrez-Méndez, (2016, enero-junio). El conflicto en las instituciones escolares. Ra Ximhai.  Volumen (12), p. 117.

Rojas, C. (2011). Ética profesional docente: un compromiso pedagógico. Revista Humanidades. Volumen (1), p. 17.